viernes, junio 29, 2007

The American Dream





Como si el mundo ya no estuviese conformado por cada una de sus partes, los países, hay un sueño universal, el sueño americano. Todos, absolutamente todos, queremos tenerlo todo lo más rápido posible. De ese modo la ciudad nos acarrea con su imán, nos atrapa. La escisión es a tal punto entre dos polos claramente opuestos. El hombre tiene sus tiempos, la ciudad otros. Ya hablé de la vorágine, de la frustración del sueño. ¿Algún día nos daremos cuenta que es lo que realmente añoramos? Es decir, sabemos lo que el hombre estandar quiere; sabemos por películas, por novelas, por la Iglesia, por nuestros padres, etc... Pero existe una particularidad que se deja de lado cuando se generaliza, cuando se universaliza. Cada uno de nosotros es único e irrepetible. El sueño debería ser propio, no impuesto. Y esto es hablar más de lo mismo, de Nietzsche, de la occidentalización, de física cuántica. Hay días en los cuales me convierto en un tumor malhumorado que tiene que cerrar la boca para no acabar con el resto del mundo. Nadie tiene la culpa. Si de hecho alguien la tuviera, sería cada uno de nosotros. Estoy al tanto: no muchos se preguntan lo de hoy, algunos ni siquiera son parte de esto. Los felicito y les imploro que no se hagan socios de este club perpetuo, el club del American Dream.
N.